23.11.09
EDUCACIÓN + TOLERANCIA CERO = + IGUALDAD
Muchos han sido los malos tratos evitados y los asesinatos que se han impedido. Muchas las mujeres que son, han sido y serán protegidas y salvadas de una situación de grave riesgo físico y psíquico, y muchas también las personas que han podido salir de la espiral de terror, crueldad y violencia que los malos tratos significan.
Pero no podíamos pasar por alto que quedan mensajes, patentes o escondidos en las familias, en la educación, en los medios de comunicación, en la publicidad, en la televisión, en los videojuegos, etc., que siguen transmitiendo una imagen de las mujeres que denigra profundamente su papel y su situación en la sociedad, que las desprecia y anula, que las hace responsables, casi, de todos los males, manteniendo un estereotipo femenino cruel e inaceptable y, sobre todo, injusto.
Esta imagen, tergiversada y malévola, se inserta en lo más profundo de las personas más jóvenes que están formando su personalidad y las hace reproducir tan terrible violencia, lo que conlleva que la edad de maltratadores y víctimas sea cada vez menor y que los casos de maltrato hayan aumentado en las franjas de edad inferiores a los 30 años.
Tenemos que trabajar, pues, porque la percepción social que se tiene de las mujeres no siga siendo sesgada, de dependencia ni de dominación. Y en esta tarea es imprescindible implicar y reconocer a todos aquellos hombres que están convencidos de que sin igualdad de oportunidades no alcanzaremos nunca la justicia social ni transformaremos un modelo de sociedad que nos impide alcanzar la felicidad a todas y a todas, a todos aquellos que saben que esta lucha es también la suya.
El desarrollo de programas específicos contra la Violencia de Género en las Escuelas, Institutos y Universidades debe abordarse como base fundamental, como el puntal definitivo para acabar con la violencia de género. Pero también hay que buscar un compromiso más explícito en padres y madres para que cuestionen y combatan todo aquello que contribuya a la perpetuación de los roles de la desigualdad, y para que transmitan mensajes directos a sus hijos y a sus hijas: "que no se te ocurra controlar a una mujer "y" no te dejes controlar por un hombre ".
Nos queda mucho trabajo por hacer en el largo camino hacia la igualdad, para lograr la construcción de una sociedad sin subordinaciones culturales y sociales entre mujeres y hombres. Por supuesto, todavía existen países en Europa que ni siquiera cuantifican los asesinatos por violencia de género y en los que éstos no son considerados como específicos de violencia contra las mujeres. Es este un reto que habrá que resolver.
Estamos en un momento en que la sociedad debe tomar, aún con más decisión, las riendas de los cambios de valores en los y las jóvenes y debe hacer un llamamiento general al respecto, a la dignidad, a la libertad, la igualdad, a la integridad y el valor social imprescindible de las mujeres como sujetos poseedores de los derechos fundamentales.
El futuro no es sólo la fecha de tiempo esperado, el futuro debe ser construido, y esa construcción debe ser levantada sobre los pilares de los derechos humanos, todos ellos. Si falta alguno, como sucede con la igualdad, el futuro no llegará nunca.
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